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Con su bastón de invidente, José Manuel Villegas Franco calcula la distancia a las rocas mojadas y se sienta al borde de la quebrada, en la que introduce una mano para sentir la
caricia helada del agua. Luego, la saca y se estira un poco más para saber dónde está el follaje. En seguida, toma la cámara y calcula un encuadre para tomar la foto.
Su tutor, Cristian Aristizábal, le sugiere probar con un plano cenital y le hace caso. El joven de 18 años apunta el lente hacia el agua desde arriba, confirma con el profesor
el contenido de la imagen y obtura. “Este encuadre está muy bonito. Está la roca de unos colores muy lindos, la hoja verde, el agua que cae. Es un retrato de la naturaleza”,
dice el maestro cuando revisa el resultado en la pantalla.

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El trabajo de José es sobre el medio ambiente. Hace parte del proyecto Ciego de la organización Uelkom, que dona documentales para ayudar a resolver problemáticas sociales de
comunidades vulnerables y, en Manizales, le enseña fotografía a 15 personas de la Asociación Abre Tus Ojos desde hace año y medio en la casa de la cultura del barrio San José.

Pero la ceguera tiene un espectro, como la luz. Hay quienes perdieron la vista en la adultez, quienes todavía perciben sombras e incluso algunos colores. Casi al otro extremo
está José, a quien se le desprendió la retina por una falla en el oxígeno de la incubadora antes de cumplir dos meses de vida y, aunque una operación le permitió recobrar
algunos contrastes en la infancia, hoy apenas percibe algo de iluminación con el ojo izquierdo.

“Siempre que alguien adquiere una discapacidad hay un duelo para la familia. Para mi mamá fue muy complicado. Los médicos decían que yo no iba a ver ni escuchar ni caminar,
nada”, cuenta el joven mientras recorre una encharcada vía sin pavimentar a las afueras de Villamaría (Caldas), camino a un bosque dónde hacer más tomas.

Recuerda que antes, cuando vivía en su natal Cali, “no veía la gracia” de que la gente tomara fotos en los cumpleaños. Le enojaba esa costumbre. Sabía de un curso de fotografía
en esa ciudad para personas con baja visión pero pensaba que “eso es para la gente que ve”. No obstante, cuando llegó a Manizales en julio pasado, un amigo le habló del proyecto
Ciego y decidió darle una oportunidad.

Se dijo a sí mismo que “esto es para romper paradigmas” y empezó a ir a las clases. Su mamá, Luz Estela, reconoce que “no habíamos imaginado que una persona con discapacidad
visual podría llegar a este tipo de trabajo, pero todo se puede y eso nos llena de alegría”. Ambos coinciden en que las barreras para las personas como él son sociales, no
propias su condición.

El director de Uelkom, Eduardo Mejía, asegura que “ha sido muy interesante conocer el universo dentro del cerebro de José, porque él percibe la vida desde sonidos, formas,
olores, sabores”. Destaca el contraste con quienes han quedado ciegos más tarde en la vida. “Cuando una persona ha visto, puede tener una imagen más visual de lo que la rodea –
reconoce José–. Hay datos que tienen más claros. Pero quienes no, en cambio, hemos desarrollado más los otros sentidos”.


TOMADO DE: www.eltiempo.com