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La Manizaleña Esperanza Jaramillo, la autora del libro conecta El árbol como elemento espiritual de todas las culturas.

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Esperanza Jaramillo, la autora de este texto, se define como escritora por vocación, nació en Manizales, donde vivió por muchos años. Aparte de su vena familiar poética, Jaramillo reconoce a la manizaleña Marujita Viera como su madre poética. Inspiración.

No es posible imaginar el universo sin árboles. Son el paisaje, el hogar del espíritu silvestre, el horizonte; la referencia inmediata con lo inalcanzable. Sin ellos nos faltaría el aliento.

¿Dónde el origen, el centro inmóvil de la vida aferrada a sus raíces? ¿De los años como heridas abiertas en sus paredes vegetales?

Los árboles sueñan las palabras entrecortadas; las escriben en cada hoja. No saben del olvido, no los borra el tiempo. Se reinventan en nuestras manos, aceptan su destino de ángel caído, de barca para volver al río, de espacio para guardar el sueño, de muro para detener las tormentas.

Izan sus velas anhelando tocar el cielo, se llenan de lianas para arropar el viento; tienen miedo de las ciudades, de las campanas, de la velocidad de los trenes y del sollozo de los muertos; prefieren ser puertas y ventanas para el color. No quieren cuerdas que tensen su cuerpo, esperan la seda del rocío sobre sus hombros. Un abrazo de agua asciende por su tronco para llenarlo de flores y de frutos dulces; secreto que encierra la vida primigenia, cuando en las moléculas apareció la clorofila, y al tacto de la luz solar y del agua, se formaron los azucares.

Cada veta es un dibujo de minerales y de ríos, en su lenta travesía, y cada nudo, el lecho de otra rama para sostener el canto de un pájaro. Las hojas están hechas de luz inversa para alimentar las ramas en las noches de frío.

La huella de su historia.

 

Un árbol cae en su centro cuando está herido, sus células añosas empiezan a morir, pero será lumbre otra vez; es la sangre de la tierra. Cada uno de sus anillos cuenta si fue amada su sombra, si una mano lo acarició, si el polvo secó sus arroyos, si fue un desierto por dentro o un pájaro mudo. Hay anillos de albura en tiempos pródigos como rezos, como bandadas de golondrinas. Nunca está vacío un árbol. Está lleno de historias, de mares pequeños, de prolongados inviernos; es el Om, el sentido cósmico, el centro del universo, donde el palpitar persiste como un clamor. Ama la vida, sabe que es agua, y por eso se aferra al suelo; absorto mira pasar los ríos con sus canoas en duermevela. En la noche recoge las estrellas y las guarda en sus fardos de hojas.

 

Nostalgia

El árbol está ligado al desarrollo del hombre, a la civilización. Fue su primera llama, su quena de nostalgia, el fruto dulce, el pan. Representa la casa que permanece en la memoria; el albergue para el dolor que no se dice. Cuando los años pasan levantamos sus ramas, en cada puesta de sol, para volver a mirar la infancia.

Mientras escribo caen, en esta página, las flores amarillas de los guayacanes; vuelan los vellones rojos del carbonero; y un Tulipán Africano libera una bandada de pájaros anaranjados. Llegan colibríes a libar la luz de las palabras.

En la brisa se enredan los velos blancos de la inflorescencia de un guamo, que teje cintas de plata en la cordillera; sombrío para el cafetal triste que lo reclama. El árbol del caucho ofrece su madera blanca y sus venas abiertas, poco le importa que su tronco sangre. Un samán antiguo, coronado de semillas, se inclina para columpiar a un niño. El árbol del pan, húmedo de sol, inventa una

fiesta para las abejas. Se aroma el aire, se detiene.

 

Donde cae un árbol vencido por la tormenta, vuelan mariposas de siete colores. Y la vida continúa en el navegar de un barco antiguo, atraca en desiertos, en mares de hielo; detenida, a veces, por flechas adversas, por sismos, por muros, pero sigue la curva de nuevas germinaciones.

 

guayacan

 

El árbol es elemento espiritual de todas las culturas. Nuestra última sombra. Riqueza del hombre y destino del viento. En él se funden la fuerza del león y del toro, alados por el misterio, en esta tierra al sur, en este trópico sin tiempo.

 

 

 

TOMADO DE: www.lapatria.com